Como muchos de vosotros ya sabréis y habréis podido observar, desde hace unas semanas, las flores del olivo han pasado de un color verde, cuando aún estaban cerradas, al color blanco característico de los pétalos.
Este proceso, denominado floración, es uno de los periodos más importantes del ciclo del olivo, ya que, al fin y al cabo, de las flores obtendremos los preciados frutos del olivo.
Este proceso se desarrolla visiblemente en nuestra comarca a principios de la primavera, sin embargo, es en verano del año anterior cuando el proceso realmente da comienzo.
Arriba se puede observar una yema de verano, y, al lado, en lo que se habrá convertido en abril del año siguiente. La pregunta que nos surge a continuación es bastante lógica: ¿Por qué tiene que pasar tanto tiempo hasta llegar a ese punto? La respuesta es curiosa: la yema necesita una determinada cantidad de horas de frío, es decir, horas que pasan en las que la temperatura está por debajo de 7°C, para poder brotar.
En el periodo en que la yema no brota se dice que está en reposo. Una vez la yema haya acumulado las horas de frío necesarias, y se den temperaturas más favorables para el desarrollo, ésta brotará y dará lugar a las flores.
